9:33 Forman parte de una loable iniciativa de ayuda social del Ministerio Federal de Cooperación Económica y Desarrollo germano
Hacia el Mundo (o Weltwärts, en alemán) es el nombre de una loable iniciativa del Ministerio Federal de Cooperación Económica y Desarrollo de Alemania . Se trata de un programa financiado por el Estado de ese país, con 70 millones de euros anuales, cuyo objetivo es que jóvenes germanos de entre 18 y 28 años tengan experiencias de intercambio cultural en naciones menos desarrolladas.
“El programa, iniciado el año pasado, ha enviado a 2.300 jóvenes alemanes a países de todo el mundo. Junto a Bolivia y Sudáfrica, el Perú ha sido el lugar más solicitado”, señala Kerstin Sieverdingbeck, encargada de Cooperación Técnica y Financiera de la embajada alemana. Ella, además, enfatiza que este no es un programa de cooperación.
“Estamos elaborando un convenio con el Ministerio de la Mujer y Desarrollo Social; y a lo que hacemos lo denominamos “ayuda social” (porque muchas veces estos jóvenes trabajan en albergues de niños, en iglesias, etc.), pero la meta central es que ellos aprendan. Son chicos sin formación profesional que vienen por buena voluntad. Ellos van a lugares a los que un limeño ni siquiera llega”.
Así, Weltwärts engloba a los jóvenes que vienen gracias a la acciones de las ONG alemanas y sus contrapartes en el Perú.
Un chico alemán toca el piano y al menos 30 de sus entusiastas compatriotas —también jóvenes— lo acompañan coreando “Ya se ha muerto mi abuelo”, popular tema de Juaneco y su Combo.
Ellos son parte del grupo de al menos 140 voluntarios que llegaron al Perú hace alrededor de seis meses como parte de Weltwärts, y que se dieron cita el pasado jueves 12 en la fiesta que organizó el embajador de Alemania en Lima, Christoph Müller, en su residencia. El evento, tal como mencionó el propio embajador durante la bienvenida, fue ocasión perfecta para el intercambio de ideas entre los asistentes.
Uno de ellos, Maximilian Höke (19), cuenta que “el trabajo es una gran oportunidad y una experiencia muy auténtica”. Al igual que la mayoría de los voluntarios, él ha terminado la secundaria y piensa volver para empezar la universidad. Y es que un tiempo sabático después del colegio es algo común en Alemania.
Así, Maximilian, que trabaja en el campo con los agricultores de La Merced, Chanchamayo y Villa Rica, cuenta que cuando vuelva estudiará Gestión de Culturas, enfocado en Latinoamérica. “Extraño a mis amigos, pero esto es tan grande y vivo tantas cosas cada día que no tengo tiempo para extrañar”, concluye.
Además de sus ganas de ayudar, estas tres joviales alemanas comparten algo. Y es que, aunque llegadas de distintas zonas de su país, todas coincidieron un fin de semana en Huancabamba. El motivo que las llevó allí: realizar un ritual chamánico en la laguna Shimbe.
Y es que el Perú ha ofrecido toda su variada cultura a estos jóvenes visitantes. Patrich Ulbrich, por ejemplo, dejó su natal Berlín y trabaja en Huancayo. En Alemania, él estudia Historia y afirma que le fascina el pasado del Perú. “Los primeros meses fueron muy duros. Pero ahora, el Perú es un poquito como mi país”, señala.
Similar es el caso de Andreas Schämann, natural de Haltern am See. Este futuro ingeniero civil ahora trabaja con campesinos de Pucallpa y afirma que el programa ha sido muy importante para conocer una nueva cultura. “No me gusta la diferencia social del Perú. Pero me encanta la mentalidad de los peruanos Y también el Grupo 5”.
Al final, experiencias como esta son enriquecedoras, pues ser conscientes de la variedad cultural del mundo y sus diferencias promueve la tolerancia. Tal como mencionó el embajador Müller, estos voluntarios son “la vanguardia de un mundo un poco más acogedor”.